En cirugía estética, la inyección de grasa autóloga puede ser una alternativa o un complemento a la cirugía de aumento de pecho con prótesis mamaria, cuando la paciente quiere un aumento moderado de volumen con un “resultado natural” sin un cuerpo extraño protésico.
El lipofilling de pecho va dirigido principalmente a las pacientes que desean un aumento moderado de volumen (1/2 a 1 de copa). Una de las mejores indicaciones de esta técnica es el relleno de la parte superior del pecho (cuando se hunde tras un embarazo, lactancia o drástico adelgazamiento) permitiendo a la paciente recuperar el pecho que tenía anteriormente. Para las que desean un aumento más generoso, suele ser necesario una segunda sesión (siempre y cuando haya la posibilidad de obtener más grasa de otra zona del cuerpo).
También se suele recurrir al lipofilling de pecho para corregir una excesiva visibilidad de un implante mamario, particularmente, cuando el implante se ha colocado delante del músculo en una paciente que tiene muy poco volumen glandular.
El lipofilling también está indicado para la corrección de malformaciones mamarias, principalmente en el tratamiento de asimetrías mamarias, mamas tuberosas o síndrome de Poland.
Se realiza una miniliposucción para obtener el volumen necesario de grasa que vamos a implantar.
La grasa obtenida es purificada para poder inyectar la materia grasa más pura posible.
Se realiza micro incisiones de 1 a 2 mm en el surco submamario.
La grasa se inyecta en el pecho con la ayuda de unas cánulas muy finas en varias capas para aumentar la superficie de contacto entre el injerto implantado en el pecho y los tejidos receptores. De esta forma se logra una mejor vascularización de las células grasas y con ello un aumento de la supervivencia de la grasa injertada.
La grasa se inyecta en la glándula, justo bajo la piel, entre la glándula y el músculo grande pectoral, en el músculo grande pectoral y entre el músculo y las costillas.
Análisis de sangre, consulta con anestesista, mamografía y ecografía pre operatoria.
Hospitalización: ambulatoria.
Duración operación: entre 1-2 horas.
Cuidados postoperatorios: retirada de los apósitos 4-5 días tras la intervención.
Normalmente, sujetador día y noche durante 2 meses.
Retomar actividad profesional entre 3-4 días tras intervención.
Resultados definitivos tres meses tras el lipofilling.
Para que la grasa implantada “agarre” y permanezca se deben cumplir una serie de condiciones:
Lo primero es que el paciente disponga de una zona donante con el suficiente cúmulo de grasa, sobretodo, teniendo en cuenta que se estima que el 50% de volumen obtenido se pierde durante la preparación de la grasa. Esto obliga a obtener al menos el doble la cantidad de grasa que se va a inyectar. Por lo que una paciente muy delgada no suele ser una buena candidata para esta técnica.
Hace falta una grasa de buena calidad. La grasa superficial (que asociamos con la celulitis) es una grasa de mala calidad, al contrario de la grasa profunda (situada, por ejemplo, a nivel del vientre, de las caderas o en la cara interior de las rodillas) que constituye una excelente zona donante.
La grasa retirada debe ser purificada, separando las células grasas del resto de elementos (sangre, fluidos serosos, aceite, etc.). Existen diferentes procesos de preparación de la grasa sin que se pueda afirmar que método es el mejor. Lo único cierto, es que cuanto más pura es la grasa, mejor será el injerto de grasa.
Como todos los injertos, que son transferencias de tejido que no disponen de su propio aporte sanguíneo, un injerto de tejido graso no puede sobrevivir y por lo cual “enganchar” o permanecer, si las células grasas no cuentan con el suficiente aporte sanguíneo. Para ello, es indispensable que las células grasas o adipocitos estén en contacto con los tejidos receptores (musculo, glándula mamaria pre-existente, piel).
Por lo que se puede entender que cuando se intenta injertar grandes cantidades de células grasas, una cierta cantidad de células no estarán en contacto con los tejidos receptores por lo que estas células grasas no podrán sobrevivir y progresivamente serán asimiladas por el organismo.
En consecuencia, es absurdo el querer injertar grandes cantidades de grasa y esperar obtener un aumento de volumen superior a una copa en una sola sesión.
Se estima que de media sólo el 60%-70% de las células injertadas sobreviven (lo que explica cierta pérdida de volumen durante el primer mes tras el lipofilling de pecho). Si se desea un aumento de volumen de más de una copa, lo normal, es que sea necesario realizar una segunda o una tercera sesión de lipofilling.
Una vez que el injerto ha enganchado, la grasa se comporta como un tejido vivo: las células injertadas reaccionarán como el resto del tejido circundante. Por lo que si la paciente adelgaza, el volumen aportado disminuirá y viceversa.
Numerosos estudios han demostrado que esta técnica no aumenta el riesgo de cáncer de pecho. Y además, esta técnica no enmascara la detección radiológica de cáncer de mama para un radiólogo especializado en imágenes de mama.
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